Pibil y el regreso de Cólera

By on agosto 10, 2017

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Pibil y el regreso de Cólera

Pibil, El Defensor de los Angustiados, enfrenta a su némesis en una batalla mortal

A veces las historias del pasado retornan a nuestra vida de la manera más inesperada. Los que andamos metidos en este negocio de superhéroes siempre debemos estar alertas, porque no sabemos con certeza cuándo, ni dónde, algún enemigo pueda presentarse a querer cobrar viejas cuentas, incluso para un personaje como yo, con un largo historial de malosos atrapados y enviados a la cárcel.

A Cólera lo enfrenté por primera vez a mediados de la década de los 80 en Cancún. Siendo parte de un cártel de secuestradores internacionales, tratantes de blancas, fue uno de los rivales más duros de todos los que he enfrentado: enorme, de casi dos metros, fuerte y determinado (1). Estuvo encerrado en la cárcel varios años, incluso volví a enfrentarlo dentro del penal, pero jugando cada uno en diferente equipo de fútbol, cuando participé en un partido realizado a fuerzas para evitar un atentado de bomba. (2) Años después escapó, y no supe nada más de él hasta el momento en que, bajo diversas triquiñuelas, logró atraerme hasta aquel apartado lugar muy cercano a la zona arqueológica de Aké, el borde del municipio de Tixkokob, a 32 kilómetros al este de la ciudad de Mérida.

Allá estábamos solos, frente a frente, cada uno cubierto con el atuendo de nuestros respectivos alter egos. En mi caso, mi traje rosa ceñido al cuerpo, con una P en el frente, la máscara de cerdo cubriendo el rostro. El de mi enemigo era casi igual, pero en color negro.

Cólera rompió el silencio para sintetizar los motivos de su presencia: “Nunca te dije que tú me inspiraste para convertirme en esto. Tus rescates y proezas hicieron que tratara de imitarte, de ser un héroe, aprovechando que siempre fui fuerte, un maniático del gimnasio. Pero siempre supe que yo pertenecía al lado oscuro, así que decidí utilizar mis talentos al servicio de oscuros personajes… Por eso adopté el negro, porque yo sería parecido a ti, pero con actitudes totalmente contrarias. Para poder volver a ser admitido en los círculos donde me muevo, debo demostrar a mis antiguos empleadores que soy digno de ingresar de nuevo, después de haber estado en la cárcel. Ellos me piden les lleve la cabeza de mi némesis, del hombre que me puso tras las rejas. Solamente así podré regresar y no ser un paria de ínfima categoría”

Guardó silencio, como esperando una larga respuesta de mi parte, quizá una súplica o algún signo de temor en mí, cosa que además sería lógica, dada las evidentes diferencias en cuanto al aspecto físico. Pero simplemente me limité a exclamar: “Los motivos que tienes son los que me obligan a enfrentarte. Saber que después de mí seguirás dañando a personas inocentes me impide eludir esta batalla, la cual sé que incluso me puede costar la vida. Así que creo que no hay nada más que añadir…”

Se desató el infierno.

Cólera hacía honor a su nombre y se lanzó sobre mí, lanzando un grito de batalla. Logré evadirlo con un giro de cintura, lo que no le importó, porque cada vez que lo eludía retornaba con más fuerza.

En el intercambio de golpes, recibí la peor parte: mis ojos se hincharon, la sangre comenzó a fluir de mi nariz, boca y párpados. Su potencia estaba a punto de privarme. Mis aptitudes para el combate estaban limitadas por su abrumadora carga constante. Sentía que las fuerzas escapaban de mi cuerpo.

Al borde del desfallecimiento, Cólera paró su golpeo y, al verme en ese estado, se acercó a mi oído para susurrarme: “Cuando acabe contigo, iré a tu casa y mataré a toda tu familia, Isidro Pech…”

Como una cobra, le aticé un cabezazo en plena cara, utilizando todo el poder que me restaba y que surgía en cataratas al dispararse la adrenalina que su amenaza despertó en mí. Sin darle tiempo a reaccionar, comencé a patearlo, primero en las piernas para derribarlo, después en el estómago, para rematar en la cabeza.

Escuché un ‘snaaaaap’…

Había derrotado a mi némesis, algo muy difícil. L terrible fue vencer la tentación de eliminarlo, de acabar con aquél que amenazaba lo que yo más quiero.

Al final, hice lo correcto: Cólera está de regreso en prisión, con un collar ortopédico que deberá usar por años a causa de la lesión en su cuello.

La sabiduría de vencer a un enemigo radica en evitar caer en sus viles acciones. La balanza de la vida, el ying y yang de la existencia, requiere de compromiso, y yo prefiero seguir siendo de los buenos.

RICARDO PAT

riczppelin@gmail.com

(1) ‘Operación Cancún Rock’Aventura publicada en prensa donde aparecen Mike Manzur y otros grandes músicos yucatecos.

(2) ‘El Gran Partido’ Aventura publicada en prensa donde varios célebres personajes yucatecos como el Tío Salím, Mario III, Pillín, Leoncio, unen fuerzas con Pibil para enfrentar en un partido de fútbol a un combinado de criminales donde estaba incluido Cólera.

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