Mitsu e Hiraku (XXIII)

By on diciembre 6, 2018

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‘Los Shinobi-no-mono dedican parte de su entrenamiento a la introspección. Todo guerrero debe ser capaz de interactuar con su yo interno. Dicho conocimiento es necesario porque las claves de la trascendencia espiritual han sido escondidas a través de la historia’AYUMI KOIZUMI, Cronista.

Chieko regresó a su cuerpo tras aquel viaje de conciencia expansiva que la había llevado más allá de los límites del espacio-tiempo. Había entendido que la realidad ordinaria donde existía, donde vivía, donde respiraba, era solamente una de muchísimas otras a las que podía acceder a través de esos extraordinarios estados de consciencia. Su cuerpo era el recipiente de su verdadero yo, capaz de generar la energía necesaria para interactuar con sistemas energéticos superiores.

Esta vez le costó un poco de trabajo regular su respiración y tranquilizar sus emociones. Abrió los ojos. El clima era agradable en aquel enorme cuarto en aquella pequeña hacienda. Mérida le seguía gustando, era una ciudad cálida en varios sentidos, y esa calidez confortaba su espíritu.

Sintió hambre y bajó a la cocina a comer algo. El sol comenzaba a ocultarse.

Afuera, Hiroshi entrenaba con dos de sus hombres. Sin que ellos se percataran, Chieko los observaba, mientras masticaba un poco de pescado crudo. La clave de todo se la había dado precisamente Hiroshi cuando le contó que Mitsu e Hiraku fueron embajadores de la dinastía Matsumoto en otros continentes, no solamente los conocidos, sino también aquellos otros que siguen estando ocultos para el grueso de la población de la Tierra. Él había dicho textualmente: “Mitsu e Hiraku eran excelentes navegantes”. Ahora comprendía que no se trataba de mares, sino de universos.

Buscó la manera de desarrollar la experiencia fuera del cuerpo o viaje astral, por ello había desarrollado sus habilidades marciales a través de un trabajo físico intenso. Con la mentalidad abierta, comenzó a experimentar más experiencias fuera del cuerpo, aprendiendo a incrementar su energía, tratando de convertirse en una maestra del control y equilibrio de esta energía, de su proceso bioenergético para tener la llave para la proyección consciente.

Gracias al conocimiento y práctica, aprendió a controlar la conexión con su cuerpo físico con su bioenergía, su chi, prana, o energía vital. Ahora veía con claridad que el gran secreto de la existencia en realidad siempre estuvo a la mano de quienes dominan el mundo, compartiéndolo solo con las élites aliadas, que se habían encargado de engañar a las masas, preservando un control total. Este secreto había sido descubierto por Mitsu e Hiraku, legándolo a sus descendientes a través de la tradición oral y pedazos de un mapa en diferentes etapas de la historia.

Parte de esos mapas ella los había descubierto cuando realizó el trabajo de investigación para el libro que escribía sobre sus ancestros. Sabía que Kadashi tenía otros pedazos, y eso le había permitido seguirles el rastro. El maldito seguramente sabía algo y por eso la buscaba de forma tan férrea.

Todo ocupaba su mente.

Recordó el encuentro con Mitsu, su tatarabuela, en aquel hermoso lugar rodeado de naturaleza. Había memorizado cada parte del diálogo que finalmente le había parecido breve, pero era necesario no prolongar de más la experiencia, así que debió despedirse de ella y retornar a este plano.

Recordó el calor y la emoción que había experimentado cuando la estrechó.

<<Abuela… estoy tan feliz de poder verte, de poder abrazarte… Esto es increíble… Nos separan cientos de años y sin embargo estamos aquí ahora y yo… ¿Cómo puede ser esto posible?>>

Mitsu sonrió de manera tan tierna que Chieko no pudo retener las lágrimas, sobre todo cuando su abuela le explicó las razones de su vaivén emocional.

<<El amor que sientes por mí es como el que yo siento por ti. Eres mi nieta, pero también eres mi hija, porque de mí surgió la semilla que dio origen a nuestra familia. Tu abuelo, Hiraku, es también entonces tu padre: él aportó el semen de vida. Esto es posible porque ahora puedes entender la realidad, porque has trabajado muy duro para tratar de entenderlo, porque algo en lo más profundo de tu corazón te advertía que eras especial, que eras diferente a los demás. Es posible porque fuiste capaz de dejar atrás todo lo que fuiste tú en el pasado, la Chieko que vivió todas las experiencias comunes, habituales, cotidianos de la ‘vida diaria’ en ese plano, ya no existe más. La Chieko que está aquí conmigo ha entendido que su verdadero yo puede viajar por el espacio tiempo. Pero, querida, no debemos abusar, recuerda que tu cuerpo es vulnerable mientras estás aquí, así que trataré de resumir la información que sé necesitas saber. Así que tranquilízate, y dime qué es lo primero que quieres saber.>>

Chieko hizo muchas preguntas.

Todas fueron contestadas.

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Kadashi tomó los binoculares para atisbar en el horizonte. Aquel artefacto era de manufactura israelí y proporcionaba una visión espectacular a larga distancia. No le fue complicado identificar el número de guerreros que custodiaban aquella residencia apartada, cercana a un lugar llamado Cholul.

Desde aquel inusual depósito elevado de agua, el ninja pudo realizar su labor de reconocimiento. Ahora estaba seguro de que allá se escondían sus enemigos.

Hiso lo miró descender ayudado por una cuerda y no pudo evitar admirar la perfección con la que aquel hombre realizaba cada uno de sus movimientos. No había nadie a la altura de sus habilidades. Él era un asesino nato que mejoraba sus técnicas constantemente.

La diva salió de la camioneta para escuchar las indicaciones de su amante que, sonriendo, se acercó a ella, abrazándola y besándola con una pasión inusual. La mujer sintió una descarga de adrenalina, la excitación recorrió su médula proyectando sensaciones a cada parte de su anatomía, pero él se apartó de pronto, para desánimo de ella.

<<Están ahí. Finalmente los tenemos al alcance. Esperaremos que oscurezca para ir por ellos. Finalmente, la pareja enamorada sentirá el filo de nuestras espadas. Estoy contento, amada mía: esta noche tú y yo completaremos un rito que nos permitirá salir de este mundo para llegar a otro mejor, uno donde seremos líderes con nuestro nuevo poder, el que entrará a nuestros cuerpos a través de los elementos que poseemos con el conjuro prohibido que me otorgó mi demonio aliado.>>

Hiso sonrió. Le gustaba ver animado a su hombre. Aunque hubiera querido hacerlo suyo allá mismo, en ese mismo momento, sabía que cuando él se programaba para matar, no había nada más importante. Además, entendía que el tiempo jugaba en su contra. Tarde o temprano los asesinos enviados por la Compañía llegarían a ellos para hacerlos sufrir antes de darles muerte. Al parecer, el único escape posible era la vía elegida por su amante: a través de las artes oscuras.

Al encender un cigarrillo, recordó que Kadashi había acabado ya con varios asesinos que los seguían. Su instinto era inexplicable, contaba con una habilidad única que le permitía detectar el peligro a distancia, convirtiéndolo en una presa sumamente difícil de atrapar.

Kadashi había capturado a uno de aquellos mercenarios, torturándolo con cruel paciencia hasta lograr que este le dijera qué tan cerca estaba la Compañía de ellos.

No había punto de regreso. Tenían las cenizas de Mitsu e Hiraku, y ahora tenían la ubicación de Chieko y del bastardo Hiroshi. Había llegado la hora no solo de saldar deudas, sino también de lograr la trascendencia.

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Hiroshi sintió el peligro. Sus sentidos se alertaron. No sabía cómo llegaba a él aquella sensación, pero sabía que el Asesino de Negro estaba cerca.

Puso en alerta a sus hombres y corrió a la habitación de Chieko. Esta vez no tocó la puerta. Ella estaba meditando, así que se vio obligado a interrumpirla. Le dijo el alto peligro que corrían y que debían tratar de escapar una vez más.

<<¿Escapar a dónde, Hiroshi?>>

Extrañado y sorprendido de que ella no manifestara temor y pareciera preferir quedarse ahí para enfrentar lo ineludible, respondió: <<¿Quieres enfrentarlos? Aún no estás preparada. Has desarrollado habilidades extraordinarias en tiempo récord, pero nuestros enemigos son asesinos milenarios. No podré protegerte, aunque daré hasta mi último aliento por ti.>>

Agachó la cabeza, tratando de controlar sus emociones.

Chieko se acercó a él, lo abrazó y le dijo al oído: <<Protégeme tan solo un poco más. Necesito regresar con Mitsu para que ella me diga lo que debemos hacer.>>

Hiroshi no pudo evitarlo: <<¿Estás loca? ¿Quieres ponerte a meditar ahora? ¿Consultar a Mitsu? ¿De qué estás hablando?>>

Chieko lo besó en los labios. Para él fue como sentir la gloria.

<<Confía en mí, amor. El espacio-tiempo es diferente en cada plano, así que cada minuto que consigas mantenerlos lejos de mi cuerpo me servirá para obtener respuestas vitales. Por favor, ya no quiero seguir huyendo. Quiero enfrentar esto aquí y ahora.>>

Continuará…

RICARDO PAT

riczeppelin@gmail.com

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