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Miedo extremo: Fobias
Miedo extremo: Fobias
“No estoy lleno de fobias, tengo algunas… tengo peculiaridades, pero no son peligrosas.”
Woody Allen
El miedo es una reacción natural ante el peligro, es un mecanismo de defensa que nos ayuda a alejarnos de situaciones riesgosas y así aumentar nuestras probabilidades de sobrevivir. Pero ¿qué pasa cuando el temor no tiene una justificación lógica y es tan fuerte que nos paraliza?
Sentir miedo de una persona peligrosa o a un animal salvaje es un miedo justificable, pero no lo es si se sabe que un simple insecto no va a causar algún daño.
¿Por qué le tememos?
La fobia es uno de los padecimientos psicológicos más comunes y puede ir desde experimentar una leve ansiedad cuando se está de frente al objeto temido o, en casos más severos, simplemente al escuchar o ver una fotografía se experimenta terror.
Este miedo irracional se acompaña de palpitaciones, sudoración, ansiedad, mareos, vómitos o tensión muscular, entre otros, y los síntomas pueden experimentarse en distintos niveles: desde una sensación de malestar hasta desmayos, irregularidades en la presión arterial e infartos.
Se estima que, en promedio, 8% de la población mundial las experimenta, pero por creerse que estos temores son sólo parte de la personalidad, sólo alrededor de uno por ciento de los afectados pide ayuda médica, pese a que 95 por ciento de las fobias pueden ser superadas con terapia. Asimismo, dichos trastornos están asociados a elevados niveles de estrés, con baja resistencia a la angustia y la ansiedad, y la mayoría se considera que son aprendidas.
Las fobias sociales se caracterizan por el miedo a estar en ciertas situaciones (por ejemplo, terror a hacer el ridículo), lo que incluye las relaciones familiares, laborales y la vida en pareja. La fobia social más común es el pavor a estar frente a otras personas, como cuando se debe hablar en público, pero también se puede presentar ante acciones tan cotidianas como comer junto a otras personas o tener relaciones sexuales. Estudios han expuesto que alrededor de 13% de la población sufre fobia social en algún momento de su vida, y un sondeo realizado en México por la Organización Mundial de la Salud y el Instituto Nacional de Siquiatría reveló que poco más de 4% de hombres entre 18 y 65 años la sufren.
Las fobias específicas son aquellas desencadenadas por objetos específicos, como animales (zoofobia), insectos (entomofobia), ratones (muridofobia), sitios cerrados (claustrofobia), lugares altos (acrofobia), y por lo general comienzan en la niñez. De éstas, se calcula que las experimentan casi 7% de las mujeres y poco más de 4% de los varones. En México, según el sondeo citado, el porcentaje es de cerca de 10 contra 4 por ciento, respectivamente.
Las fobias pueden estar presentes en niños o en adultos, son padecimientos tratables y con un buen pronóstico de recuperación. En terapia se trabaja buscando el origen y formas de manejar el miedo, que en ocasiones puede ser fruto de una experiencia previa como, por ejemplo, haber sido víctima de alguna situación riesgosa o traumática, o simplemente apareció sin razón aparente.
Nuestro cerebro es un órgano como cualquier otro y, como tal, también sufre desajustes que necesitan tratamiento. Nuestra mente es tan poderosa que disfraza nuestros verdaderos sentimientos y los coloca como cosas o situaciones que en realidad no son una verdadera amenaza. Las fobias, en algunos casos, actúan como un mecanismo de defensa que nos ayuda a lidiar con la culpa, canalizando sentimientos como la ira en situaciones externas.
Para recuperarnos por completo es necesario descubrir junto con el terapeuta qué es lo que en realidad nos atemoriza, persistir y enfrentar aquello que en nuestra vida no nos deja avanzar. Una vez que el verdadero miedo quede al descubierto, vencerlo será más fácil, permitiendo desarrollar todas nuestras capacidades, abandonando la postura victimizante y empoderándonos para tomar el control de nuestras vidas.
“La cueva a la que te da miedo entrar contiene el tesoro que buscas.”
Joseph Campbell
Información de contacto:
Facebook: Psicóloga Jimena Báez
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