México

By on abril 5, 2018

Rumbo_1

RumboVXII_1

TRAIGO un poema,

muchacha mía

como diadema

de pedrería

para tu linda frente morena.

Para tu linda frente rasgada

por las espinas de los nopales,

ensangrentada

por los balazos de la Acordada,

y coronada

con oro nuevo de los trigales.

¡Alas doradas de mariposa

y corazones de chuparrosas

crucificadas en los zarzales!

¡Plumas de pavo

para la cola del aguilita de tus centavos!

Tu avión, el chapulín,

culmina su vuelo saltarín

sobre la flecha de Cuauhtemotzín

–lírico púgil, plantas milagrosas

el arte de morir pisando rosas.

Patria:

INCENDIO el bosque para que alumbres

a todo el mundo con tus biznagas,

y lo perfumes con tus laureles.

Te dicen mala

por el charrito que avienta bala

como si fuera luz de bengala

que no hace mal;

como los granos a las gallinas,

como se avientan las serpentinas

a las muchachas del carnaval.

Patria:

TU hacienda, tu cuna y tu mortaja:

el petate de paja.

Tus pasiones: los toros y los gallos.

Algo como un amor en la baraja,

alguien como un amigo en tus caballos.

Eres feliz

de a bola con frijol en tus caballos.

Tu destino es perseguir al buey

en el surco, y cortar el maguey

para sorber su alma,

y cantar tu tristeza, escondida

en el retablo del Señor de Chalma

y en los cien mil dolores de tu vida.

¡Prepara, china, tu molcajete!…

Se me figura que fraile y gringo

quieren hacerte domingo siete.

Tu porvenir es el buen dios que baja

en los hilos dorados de la lluvia,

hace de cada milpa una tinaja

y del paisaje una promesa rubia.

Tu fortín es de adobe y piedrecitas.

En sábado de gloria muere Judas

y en domingo de ramos resucita.

Tú, que por las dudas

dormiste con el rifle en las axilas,

conoces el milagro, y lo fusilas.

Después lo crucificas con trabajo,

lo alevantas, lo lavas y lo clavas

en medio de la milpa, de espantajo.

Son éxtasis de lobos

tus místicos arrobos

ante el ojo fatal de Huichilobos.

Bajan en ronda tus gavilanes,

hincan las garras en tus palomos

y los convierten en tulipanes.

¡Pancho Pistolas!…

¡Apunten!… ¡Fuego!… La fusilata

sembró en tu campo las amapolas.

La Valentina, muy pajarera

bajo el repecho de la trinchera

nos carga el máuser con su canción.

Y al terminarse la balacera,

ella, que sabe ser soldadera,

llena de besos mi corazón.

Patria:

EN verdad te digo

que siembras plomo y que cosechas trigo

por milagro de dios…

Hoz y martillo… Rifle y arado…

¡Complicaciones!

Siegan y tunden, matan, y siembran,

los corazones.

Mientras el monte lleno de arrullos

pone las luces de sus cocuyos

sobre las alas de una canción,

a la sombrita de los andenes

mueren tus trenes

despanzurrados por el cañón.

Patria:

AFILA tu machete, vete al campo,

y córtale las alas al espíritu santo,

que ha hecho su heredad

del llanto y del quebranto

de tus indios sin pan,

sin pan y sin amor, es la verdad.

Patria:

MI grito es el grito del indio

que surge del barro

como el árbol, el perro y el hombre.

–¡fragancia de tierra,

sollozo del paria! –

del que tiene las manos de piedra,

y la boca y los ojos de piedra,

y de dioses el alma.

El indio es la flor y la espina

del cardo. Es cosa sin nombre,

es bestia sumisa,

es hombre salvaje por culpa del hombre.

Fue todo lo bueno y es todo

lo malo… El cielo y el lodo.

Es el agua estancada que refleja la estrella

de una raza vencida, más soberbia y más bella.

Patria:

DALE pan a tus indios…

¡Que no muera de hambre tu raza!

Dale pan a tus indios…

Los verás florecer en palabras

prudentes y sabias,

y verás que sus ojos de piedra

se iluminan de ansias.

Y si no puedes, Patria, comprenderlos;

terminar su dolor: ser y no ser,

mátalos de una vez, antes que verlos

morir de hambre y de sed.

Apunta

tu saeta… Clávala sin miedo

en el izquierdo lado de la tilma,

y los verás caer tras de su yunta

regando sangre y la semilla a un tiempo

sobre el torcido surco de la milpa.

¡Selva!… Préstame todas tus espinas

y los corazones de tus golondrinas

para formar el símbolo brutal…

¡Noche!… Préstame todas tus estrellas

para hacer con ellas

una luminaria colosal,

y lancen, huracanes,

su grito funeral,

mientras lloren su nieve los volcanes:

¡mi raza ha muerto ya!

Envío

CHINITA:

Tu cielo es un rebozo de bolita

que Amor te regaló de pequeñita

para cubrir tus hombros cuando llueve.

No te m’enojes, si te digo

que t’espero en el llano hoy a las nueve

pa’platicar contigo,

mujercita.

Ni tengas miedo, linda, de la nieve:

nos tapa tu rebozo de bolita.

Miguel Ángel Menéndez

Continuará la próxima semana…

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