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- Félix Guerrero, Batuta de Oro
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- La revolución que quiso ser – IX
México
TRAIGO un poema,
muchacha mía
como diadema
de pedrería
para tu linda frente morena.
Para tu linda frente rasgada
por las espinas de los nopales,
ensangrentada
por los balazos de la Acordada,
y coronada
con oro nuevo de los trigales.
¡Alas doradas de mariposa
y corazones de chuparrosas
crucificadas en los zarzales!
¡Plumas de pavo
para la cola del aguilita de tus centavos!
Tu avión, el chapulín,
culmina su vuelo saltarín
sobre la flecha de Cuauhtemotzín
–lírico púgil, plantas milagrosas
el arte de morir pisando rosas.
Patria:
INCENDIO el bosque para que alumbres
a todo el mundo con tus biznagas,
y lo perfumes con tus laureles.
Te dicen mala
por el charrito que avienta bala
como si fuera luz de bengala
que no hace mal;
como los granos a las gallinas,
como se avientan las serpentinas
a las muchachas del carnaval.
Patria:
TU hacienda, tu cuna y tu mortaja:
el petate de paja.
Tus pasiones: los toros y los gallos.
Algo como un amor en la baraja,
alguien como un amigo en tus caballos.
Eres feliz
de a bola con frijol en tus caballos.
Tu destino es perseguir al buey
en el surco, y cortar el maguey
para sorber su alma,
y cantar tu tristeza, escondida
en el retablo del Señor de Chalma
y en los cien mil dolores de tu vida.
¡Prepara, china, tu molcajete!…
Se me figura que fraile y gringo
quieren hacerte domingo siete.
Tu porvenir es el buen dios que baja
en los hilos dorados de la lluvia,
hace de cada milpa una tinaja
y del paisaje una promesa rubia.
Tu fortín es de adobe y piedrecitas.
En sábado de gloria muere Judas
y en domingo de ramos resucita.
Tú, que por las dudas
dormiste con el rifle en las axilas,
conoces el milagro, y lo fusilas.
Después lo crucificas con trabajo,
lo alevantas, lo lavas y lo clavas
en medio de la milpa, de espantajo.
Son éxtasis de lobos
tus místicos arrobos
ante el ojo fatal de Huichilobos.
Bajan en ronda tus gavilanes,
hincan las garras en tus palomos
y los convierten en tulipanes.
¡Pancho Pistolas!…
¡Apunten!… ¡Fuego!… La fusilata
sembró en tu campo las amapolas.
La Valentina, muy pajarera
bajo el repecho de la trinchera
nos carga el máuser con su canción.
Y al terminarse la balacera,
ella, que sabe ser soldadera,
llena de besos mi corazón.
Patria:
EN verdad te digo
que siembras plomo y que cosechas trigo
por milagro de dios…
Hoz y martillo… Rifle y arado…
¡Complicaciones!
Siegan y tunden, matan, y siembran,
los corazones.
Mientras el monte lleno de arrullos
pone las luces de sus cocuyos
sobre las alas de una canción,
a la sombrita de los andenes
mueren tus trenes
despanzurrados por el cañón.
Patria:
AFILA tu machete, vete al campo,
y córtale las alas al espíritu santo,
que ha hecho su heredad
del llanto y del quebranto
de tus indios sin pan,
sin pan y sin amor, es la verdad.
Patria:
MI grito es el grito del indio
que surge del barro
como el árbol, el perro y el hombre.
–¡fragancia de tierra,
sollozo del paria! –
del que tiene las manos de piedra,
y la boca y los ojos de piedra,
y de dioses el alma.
El indio es la flor y la espina
del cardo. Es cosa sin nombre,
es bestia sumisa,
es hombre salvaje por culpa del hombre.
Fue todo lo bueno y es todo
lo malo… El cielo y el lodo.
Es el agua estancada que refleja la estrella
de una raza vencida, más soberbia y más bella.
Patria:
DALE pan a tus indios…
¡Que no muera de hambre tu raza!
Dale pan a tus indios…
Los verás florecer en palabras
prudentes y sabias,
y verás que sus ojos de piedra
se iluminan de ansias.
Y si no puedes, Patria, comprenderlos;
terminar su dolor: ser y no ser,
mátalos de una vez, antes que verlos
morir de hambre y de sed.
Apunta
tu saeta… Clávala sin miedo
en el izquierdo lado de la tilma,
y los verás caer tras de su yunta
regando sangre y la semilla a un tiempo
sobre el torcido surco de la milpa.
¡Selva!… Préstame todas tus espinas
y los corazones de tus golondrinas
para formar el símbolo brutal…
¡Noche!… Préstame todas tus estrellas
para hacer con ellas
una luminaria colosal,
y lancen, huracanes,
su grito funeral,
mientras lloren su nieve los volcanes:
¡mi raza ha muerto ya!
Envío
CHINITA:
Tu cielo es un rebozo de bolita
que Amor te regaló de pequeñita
para cubrir tus hombros cuando llueve.
No te m’enojes, si te digo
que t’espero en el llano hoy a las nueve
pa’platicar contigo,
mujercita.
Ni tengas miedo, linda, de la nieve:
nos tapa tu rebozo de bolita.
Miguel Ángel Menéndez
Continuará la próxima semana…
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