México: Tiempos Difíciles

By on abril 27, 2017

Editorial

México: Tiempos Difíciles

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“Veo un pueblo con hambre y sed de Justicia…”

Luis Donaldo Colosio Murrieta

Con toda certeza, los centros de información clasificada del país – aquellos que tienen a su cargo la seguridad del Estado mexicano y por ello manejan sofisticados sistemas de obtención de información, obtienen datos e imágenes inéditas de sucesos, y requieren efectuar labores de espionaje y contraespionaje en los sistemas y medios de comunicación – son por ahora depositarios de la realidad nacional, no la de las apariencias que se autorizan, difunden y conocemos sino de la que está ahí, lacerante y multiplicada en todos los rincones del país, en los variados niveles sociales, políticos, financieros, etc.

Es entendible y aceptable que los resultados obtenidos por los miles de personas adscritas a esta red oficial de servicios especiales sean trasladados a los centros de poder para la administración y/o manejo más conveniente de los resultados finales que están ligados a la imagen de un sistema y los gobiernos que la presiden y operan. Así ocurre en todos los países.

Lo anterior viene a estas líneas editoriales en virtud de que las reacciones del sistema gubernativo son de preocupación, de apuro, para emitir declaraciones o tomar acciones correctivas o emitidas con ligereza, a cargo de instancias oficiales.

Han quedado atrás los años de alegría compartida entre la clase política. Ahora, aunque pretende desconocerse, ha trascendido un malestar nacional generalizado, indetenible y creciente, surgido del seno y sentimientos de la ciudadanía, que preocupa y ocupa mucho del tiempo laboral de los gobernantes al intentar responder o intentar corregir los excesos acumulados por muchos años, más de medio siglo ya, en el que el cuestionamiento básico es si vivimos en un país de leyes, de obediencia a ellas, o de manipulación para favorecer intereses y evitar daños a un sistema que implota y no aguanta más.

El golpeteo cotidiano, el “todos contra uno”, en busca de chivos expiatorios que percibimos en los medios políticos expresa perfectamente lo asentado en líneas anteriores.

Esa fractura mortal en una Revolución que costó millones de vidas tiene un inicio en 1994, cuando las fuerzas oscuras y los intereses reflejados en el partido mayoritario y sus liderazgos de ese entonces, acaban con la vida de un candidato a la Presidencia de la República: Luis Donaldo Colosio Murrieta, portador de una renovación revolucionaria que se acalló con balas asesinas. Hasta el momento no existe una versión creíble de tales sucesos aumentados con el asesinato de un dirigente priista.

Hasta hoy, continúa en el poder aparentemente el mismo grupo influyente en el poder de ese año trágico, y su actuación dentro de las redes que tejen la política nacional ha hecho llegar al hartazgo público, que se organiza para exigir o para imponer un cambio político.

Aparentemente los tiempos negros retornan. Ojalá no ensangrentemos de nuevo las esperanzas de un pueblo noble como el mexicano.

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