Relatos de mi pueblo-Lugares Curados

By on octubre 12, 2017

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Lugares curados

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Entre los misterios del Mundo Maya, existe aquel que los hechiceros, brujos o Jmenes creaban con sus conjuros y poderes que usaban para luchar contra el mal, o también para usar la botánica o herbolaria en increíbles curas. Creían en el “Dueño” del monte, a quien le hacían ofrendas o conjuros, y “protegían” algún lugar mediante una “curación”. Rodolfo Keb y su familia vivieron una experiencia en cierta ocasión y como está relacionado con lo antes dicho, paso el relato como me lo hizo:

“Era un día de abril de 1988, cuando acordó con su familia extender sus actividades de comercio a la vecina ex hacienda de Sodzil y, siendo aproximadamente las 14 horas, emprendieron el viaje en dos triciclos. Iban él, su esposa y su hijo Carlos; llevaban su mercancía. El viaje de ida fue normal. Empezaba el atardecer cuando emprendieron el regreso, y ya estaba obscureciendo cuando se encontraban cerca del casco de la ex hacienda San Rafael. Entonces fueron rodeados por una partida de tejones que los seguían dando gritos, pero sin acometer; que eso no les dio temor, ya que son de origen campesino y los han visto en el campo.

“Que ya de noche llegaron a su casa y todo fue normal. Los siguientes días realizaron su comercio dando varios viajes, siendo todos sin novedad. Que él personalmente, utilizando su bicicleta, viajó hacia Sodzil a realizar cobranzas y todo fue normal. Ya tenían confianza y Doña Rosa, en compañía de Carlos y Magali, realizaban los viajes, mientras él trabajaba como albañil en Tenabo.

“Ese día viajaron en la mañana. Como a las diez pasaron por un lugar llamado Tacubaya y un poco después, antes de llegar a la ex hacienda San Rafael, empezaron a escuchar el canto de miles de grillos que los acompañaron todo el camino hasta el casco de la ex hacienda, en donde al llegar, el canto de los grillos cesó súbitamente. Comenzaron a cruzar la hacienda abandonada y, al llegar al frente de las columnas de la casa, Carlos se dio cuenta que un anciano de cuerpo encorvado, de pelo y barba largos y de color blanco, tenía un bastón en la mano con el que golpeaba las columnas de la casa principal como queriendo llamar la atención; siguieron su camino y veían que delante de ellos avanzaba el anciano, a quien no podían alcanzar a pesar de que ellos iban en triciclo y él a pie. De pronto, le vieron desaparecer en una hondonada del terreno y cuando ellos llegaron a la cumbre del cerro ya había desaparecido. Continuaron su camino, comentando lo sucedido, hasta llegar a un lugar donde había otro cerrito. Al bajar, se toparon con un caballo negro de gran alzada que, parándose en dos patas, relinchaba como tratando de cerrarles el paso. La señora agarró del suelo una piedra e hizo ademán de tirarle, el animal se retiró y ellos continuaron su camino, siendo seguidos por el caballo durante unos minutos y luego desapareció.

“Llegaron a Sodzil, y en la primera casa que visitaron una señora les preguntó por cuál camino habían venido; al contestarles que por San Rafael, como que quiso decirles algo, pero después se arrepintió. Terminaron su comercio y emprendieron el regreso a Hecelchakán, volviéndose a encontrar el caballo negro, que nuevamente los estuvo siguiendo durante un rato y luego desapareció. Llegaron a su casa sin otra novedad.

“En otro viaje, ahora por la tarde, los mismos iniciaron el viaje como a las 14 horas, y en la bajada del cerro, Magali vio una enorme serpiente que estaba tendida a lo ancho del camino; le avisó a su mamá que venía en el triciclo de atrás, pero cuando volvió a mirar ya no estaba. Siguieron, y al llegar al crucero de caminos donde uno va a Pomuch y otro a Sodzil, a un costado del monte cercano vieron un venado que comía tranquilamente las hierbas del camino. El animal no se asustó ni se movió y ellos continuaron hasta llegar a Sodzil.

“Ya entrada la tarde, iniciaron el regreso a Hecelchakán, pero al llegar al lugar donde encontraron al caballo, vieron que se acercaba un remolino con fuerte viento que arrastraba hojas y ramas de árboles, la señora alertó a su hijo diciéndole: “Carlos, protégete con el triciclo”, y diciendo esto se puso a orar, pidiéndole a Dios los protegiera del remolino. En esos momentos, el viento cambió de dirección, perdiéndose en el monte y ellos continuaron su camino hasta llegar a su domicilio.

“En el próximo viaje, los acompañó el señor Felipe Chí, que también tenía su comercio en el mercado de Hecelchakán. Salieron para Sodzil a las dos de la tarde y ahí estuvieron hasta casi entrar la noche, hora en que emprendieron el regreso. Al llegar al terreno donde se habían encontrado al caballo negro, fueron acosados por una partida de tejones que los seguían a ambos lados del camino, con sus colas entrelazadas y dando fuertes chillidos. Don Felipe, que no era gente de campo, sintió temor de una agresión y se pasó adelante de todos. Los chillidos subieron de tono y aumentó el acoso, el pánico se sentía venir, y cuando entraron a terrenos de la ex hacienda San Rafael, los tejones desaparecieron como por encanto.

Al llegar a su domicilio, todos asustados le contaron a don Rodolfo lo sucedido y él les dijo que ya no volverían a vender ahí, dado que “alguien” les estaba asustando, mediante la “curación” de esa parte del camino.

Hasta la fecha no han regresado a Sodzil.

El señor Rodolfo Keb vive en Hecelchakán y pueden preguntarle lo que deseen sobre este relato.

Efraín M. Pacheco García

Anterior: https://www.diariodelsureste.com.mx/la-luz-en-la-via-del-tren/

 

Acerca del autor

El profesor Efraín M. Pacheco García nació en Hecelchakán, Campeche, el 17 de enero de 1926. Realizó sus estudios de educación primaria en la escuela “Juan Francisco Molina”; la secundaria y la normal en la escuela “Justo sierra Méndez”. Fue presidente municipal de Hecelchakán (la sabana del descanso) el trienio 1965-1967.

En 1969 escribe los artículos “A propósito de Wegener, la teoría de la traslación de los continentes” y “Será México un país sediento: el capital hidrológico de México”. Ambos publicados por El Diario de Yucatán.

En 1972 se gradúa como maestro de Geografía en la Escuela Normal Superior de la ciudad de México. Fue director de la escuela secundaria federal de Hopelchén, de 1970 a 1975, y de 1975 a 1986 fue director de la escuela secundaria federal “Cabalán Macari”, de Hecelchakán.

En marzo de 1986 fue nombrado jefe del Departamento de Secundarias Federales en el estado de Campeche, y en 1987 fundó el Departamento de Computación Electrónica en Educación Básica (COEEBA).

Tiene diploma por participar en los cursos: “Formación de Instructores” y “Actualización administrativa para directores de educación media”, primero y segundo nivel.

Aprobó el curso “La computadora como auxiliar didáctico” en las instalaciones del ILCE, en la ciudad de México, Distrito Federal.

Fungió como jefe del Departamento de Computación Electrónica en Educación Básica, en donde coordinó y supervisó la elaboración de programas educativos computacionales, tales como: “Métodos anticonceptivos”, “Cosas que veo” (bilingüe maya-español), “Medios de comunicación”, “Servidores públicos”, “La alimentación”, “Los mayas”, (Campeche, preescolar)  y  “Los  municipios  de Campeche” (primaria).  El último programa educacional, “La calidad total”, dirigido a trabajadores en general.

Actualmente se encuentra felizmente jubilado, disfrutando de su querido Hecelchakán y guardando más cuentos, que esperamos poder obtener muy pronto.

Esta es la última entrega de este ejemplar, un material muy bueno que nos recuerda las costumbres, principios y leyendas de Hecelchakán. Espero realmente que lo hayan disfrutado. Es para mí un orgullo haber podido leer y compartirles este material, que vale mucho la pena y forma parte de los libros que conservan la esencia del ayer, engalanando nuestras costumbres y tradiciones.

Enhorabuena al Mtro. Efraín Pacheco. Muchas felicidades por su obra, y agradezco también a su hijo, el Mtro. Felipe Pacheco, permitirme conocerla. Abrazos y que sigan los éxitos.

Yahvé Isaías Solís Aranda

yahves@gmail.com

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