Los poetas cubanos y las calles de La Habana (II)

By on abril 26, 2019

Atisbando Cuba

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ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA

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Al recibir información de CUBARTE sobre La Bienal de La Habana, en su portal de Cultura, para el mes próximo, y encontrar el escrito de Juan Nicolás Padrón sobre los poetas cubanos y las calles habaneras, mi mente me transportó a revisar el libro que estoy coordinando con algunos colegas latinoamericanos, y en especial con mis compañeros cubanos como Xiomara Villarreal, Rodolfo de la Fuente, Félix Contreras,  y otros que han dejado huella en mí, como el “Indio Naborí” José Huerta Ruiz, poeta erudito, versificador de décimas repentistas y con ceguera total –un ejemplo a seguir, personaje inolvidable que me presentó el Lic. Humberto Rodríguez Manso, camagüeyano de cepa y Hermano de Logia; que  por su amistad con el Indio Naborí, pasamos una seis reuniones en el domicilio del poeta, donde tomamos té y me dedico un par de sus libros y participé con él posteriormente en un Festival de la Décima y Sonetos Alejandrinos en Morón, -una pequeña ciudad, con más más de cien Casas de Cultura; José Huerta  falleció un par de años posteriores a nuestro primer encuentro, va para él en su plano astral en que se encuentre, como un recuerdo a mi ceguera y ahora disminución visual que padezco; quien me enseñó a tener aceptación por la vida y no dejarse vencer por problemas físicos, desarrollar otros sentidos pata descubrir, por el trotar, al caballo; por el tacto la belleza, por el olor, una flor, y por  un beso el amor…

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Juan Nicolás Padrón hace una magnífica disección de algunos poetas clásicos cubanos, lo que motivó este escrito que me despertó el olvido de la terminación del libro “Motivaciones de las calles” en el que participan algunos poetas latinoamericanos: Mario Paoluchi de Buenos Aires, Argentina; Hugo Altez Alberti, de Montevideo, Uruguay; Nancy Mayanz, de Santiago de Chile; Carmina Gallo de Colombia; Taiguara Da Silva, Mato Groso, Brasil; María Esther Osés, de Panamá; Luzelva Andazola Capó de Puerto Rico; Xiomara Villarreal, Félix Conteras y Rodolfo de la Fuente, de Cuba; Gisela Guedes de Venezuela; y poetas de México como María Ella Gómez Rivero, Addy Victoria Campos, Wachy Bates y el que escribe, entre otros.

Raquel Monguielo de Santa Fe, en el Rosario, Argentina, directora de la revista “La Palabra”, Taller Literario y programa radial del mismo nombre, con quien mantengo relaciones desde hace treinta años, los viernes últimos de cada mes da lectura a algunos de mis escritos o poemas recientes, que les sigo enviando. Del libro me falta recopilar la obra de tres de ellos para dar forma final de tipografía, diseño de portada; la edición y derechos serán para el “Ateneo del Mayab” A. C. y Diario del Sureste, la casa editorial, que lo publicaría por capítulos semanalmente.

 

NO SÉ VIVIR SIN CALLES

 Alfonso Hiram García Acosta

¿Qué fuera si no hubiera calles?

¿Y cómo caminar sin sentir

que hay una

y te hace saber que existes?

 

Hay calles que terminan y las hay

que no empiezan nunca,

aunque las hayas soñado

aunque parezca que las has visto,

nunca te han dejado caminar por ellas.

 

Hay calles que siempre están ocupadas

te cierran el paso

sólo las puedes mirar de lejos,

lo importante es que hay calles

que piensan,

te miran,

te invitan

a que camines por ellas.

Calle del Antiguo Arigüanabo; San Antonio de los Baños. 1996. Festival “Boleros de Oro”.

Cienfuegos, Cuba invierno 1995. Festival bianual “Benny Moré”.

Cienfuegos, Cuba invierno 1995. Festival bianual “Benny Moré”.

 

LAS CALLES NO TERMINAN

ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA

 

Las calles no terminan nunca.

  Se llega

    al final de algunas,

pero comienzan otras.

          Al final de ellas,

 recomienza la tuya.

Tanto gasté tu calle,

caminando arriba    abajo

que ya

no debiera estar ahí

a cualquier hora.

Tu calle es afortunada,

porque vives a mediación.

Pero yo no tengo fortuna

                                        con las calles,                                                                                          aunque en alguna

                                               vivas tú.

Quien inventó las calles,

no calculó mis desdichas.

      No puedo inventar siquiera

 que no vives ahí,

porque no tengo ninguna madera

de inventor.

Antiguo Arigüanabo. San Antonio de los Baños, Provincia Habana, 1986.

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