La Tormenta Que Viene

By on julio 27, 2017

Editorial

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La Tormenta Que Viene

Por lo que se percibe en los medios de comunicación, en los espacios noticiosos y periodísticos, así como en las redes sociales, la cercanía de los tiempos electorales se visualiza ya en las numerosísimas manifestaciones de partidos políticos, liderazgos de toda índole y grupos empresariales, financieros, y hasta religiosos.

La sociedad es presa de contumaz propaganda en textos e imágenes de las y los aspirantes, que son o forman parte de grupos políticos y/o intereses económicos de viejo cuño o de presencia reciente. Los mensajes de éxitos futuros van implícitos en esas melosas propuestas visuales.

Políticos(as) abrazando sonrientes a gente humilde receptora de algún regalo, despensa u oferta a futuro, son la parte visible de textos repetitivos de que “se aumenta aún más el bienestar de miles de compatriotas, las condiciones de vida se elevan, ya hay miles de plazas de trabajo bien pagado, las obras públicas (costosísimas) son la solución a los anhelos de la población humilde, etc.”

Escenarios ampulosos con grandes textos, fotografías de multitudes asistentes a masivos eventos, así sea para hacer bulto, no para participar activamente, multiplican ofertas de exitosas realizaciones a futuro.

No se habla, no se expone, ni siquiera se reflexiona sobre la situación política actual del país, la corrupción, la impunidad cotidiana, cuando una Revolución que costó decenas de miles de muertes es solo referencia obligada en discursos en los que se elude que ha sido despojada de sus principios de Sufragio efectivo, No reelección.

Los cochupos han sepultado el sufragio efectivo, y la no reelección ha fallecido mediante leyes y reglamentos que ya permiten la reelección, en el ámbito municipal de inicio. Ni se hable de la Constitución Política de 1917, que ha sido maniobrada, sexenio tras sexenio, para acomodar sus textos a la conveniencia de los grupos de poder.

La violencia creciente se percibe ahora como algo común, cosa de todos los días en todos los espacios. Los organismos que en lo político fueron agrupaciones para servir a campesinos y obreros, han devenido en sitios donde los liderazgos con principios no existen, y las organizaciones son refugio lucrativo para dirigentes perpetuos cuya opinión y miras carecen de peso, no para servir a los representados, sino como moneda de cambio para obtención de beneficios individuales. Son refugio de mediocridades, cuando no de vividores perpetuos de las cuotas de los integrantes, y “concesiones” de instancias partidistas o gubernamentales del sector oficial.

El sistema vigente – así no se acepte y reconozca – se ha agotado, sirve a unos cuantos, a minorías privilegiadas. La crisis se refleja en violencia creciente, en vicios incrementados, en la prevalencia de grupos delincuenciales integrados en carteles que generan miles de muertos. El índice de muertes violentas y suicidios es preocupante.

De la protesta popular ni se diga. Gremios obreros y magisteriales independientes, masas surgidas de los guetos urbanos y las deprimidas zonas rurales unifican sus voces, quejas, reclamos, demandas y exigencias.

Y toda esa gran crisis que se avecina, viene hacia nosotros con el mensaje de que el cambio no puede esperar más, es para ahora, no para trasladarse a la ensoñación de un mañana color de rosa.

Los prolegómenos de una nueva Revolución, ahora de conciencias, ya se perciben entre nosotros.

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