La Puerta II

By on noviembre 9, 2017

LA PUERTA_2

II

Chuck Thompson gozaba los sonidos y panoramas que la noche guardaba para aquellos que decidieran rendirle pleitesía. Retirado, después de una larga carrera dedicada a la búsqueda de explicaciones a fenómenos paranormales, y de investigaciones relativas al fenómeno OVNI, sabía que era en la más avanzada penumbra que las manifestaciones, aquellas que siempre habían captado su atención desde la infancia, eran más frecuentes.

A través de recomendaciones de amigos canadienses, había decidido vivir lo que él pensaba serían sus últimos días gozando de plena paz y tranquilidad, y por eso decidió mudarse a Yucatán, adquiriendo una casa en la playa de Chuburná.

Sentado a la orilla del mar, escuchando el rítmico vaivén de las olas, gozaba de una taza de café mientras observaba el estrellado firmamento, reconociendo satélites, y sonriendo a la inmensidad del universo.

“Shit!!!”, exclamó de repente, al sentir cómo un zumbido taladraba su cerebro y lo hacía volcarse el contenido de su taza sobre el pecho.

Tumbado sobre la arena, se desvaneció. Antes de que perdiera la conciencia, sus pupilas registraron una extraña alineación en el cielo de lo que pensó eran estrellas. Y ya no supo más…

Eran las tres de la mañana del 3 de agosto de 2018.

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El ingeniero Yuri Plancarte trabajaba en Sierra Papacal, en lo que orgullosamente llamaba el gobierno del estado de Yucatán el “hub” tecnológico. Con un talento innato para el lenguaje de computación, se preciaba de estar a la vanguardia en herramientas y gadgets que le facilitaran la vida y, claro, su trabajo.

No le molestaba trabajar el turno de “cementerio”, el que comprendía de la medianoche a las 9 de la mañana. De naturaleza poco social, sabía que tenía todos los recursos informáticos del Campus solo para él en ese turno, y había hackeado exitosamente todos los servidores, monitoreando lo que sucedía en el mundo en tiempo real.

Esa noche jugaba una partida de Call of Duty WWII con sus camaradas europeos, Lutz y José, alemán y portugués, respectivamente.

Ahora sí me la van a pelar, cabrones,” les comunicó al micrófono mientras desplegaba a su escuadrón de soldados aliados en el tablero virtual.

“Hahaha, du bist verrückt, Yuri” se carcajeó Lutz, pues esta era la enésima ocasión en que Yuri intentaba ganarle en un juego de estrategia en el cual, tal vez por genética, los alemanes parecían ser invencibles.

“Tomen calma, amigos,” recomendó José, el más ecuánime de los tres.

Los tres cayeron fulminados por una descarga que sobrecargó en ese instante el circuito en el que estaban jugando, haciéndoles perder el conocimiento.

Eran las tres de la mañana del 3 de agosto de 2018.

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En las oficinas centrales de la CIA, los instrumentos de monitoreo registraron la sobrecarga en los circuitos mundiales. Durante el análisis posterior, se detectó que el origen de la anomalía provenía de Mérida, de la Plaza Grande: una descarga de fotones y un desplazamiento del continuo espacio-tiempo se había presentado.

El General Collins fue despertado e informado.

Sus instrucciones fueron escuetas: “Dirijan el satélite 6419 a la posición e infórmenme qué demonios pasa.”

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Ni Chuck, ni Yuri, ni Collins sabían que la peor de sus pesadillas estaba por hacerse realidad.

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Alpaso

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

Continuará la próxima semana…

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