La Corrupción… ¿Somos Todos?

By on mayo 11, 2017

Editorial

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La Corrupción… ¿Somos Todos?

Los malos ejemplos, cuando no se castigan, son caldo de cultivo de males crecientes y peores.

Así pensaban nuestros mayores desde lejanos ayeres, y los tiempos continúan dándoles la razón. Una ligera mirada a nuestro alrededor, una breve lectura a los medios de comunicación antiguos y a las volátiles redes sociales de la actualidad, nos afirman en lo antes dicho.

En efecto, mujeres y jóvenes alcohólicos, violencia extrema contra niños (¡uno de dos años!), feminicidios, accidentes viales trágicos en los que los conductores de los vehículos dormitaron o iban bajo influencias del alcohol, agresión en sus domicilios a adultos mayores, despojo a campesinos ejidatarios, entre decenas de casos cotidianos, inclinan a pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Y no es que los años pretéritos hubiesen transcurrido libres de conflictos y problemas humanos, sociales, políticos y económicos.

La población de ahora está harta de los abusos de poder, de los desplantes y actitudes gubernamentales que simulan conducir a los pueblos desde sus “castillos de pureza”, que a simple vista rezuman pudrición moral y fétidos olores de corrupción.

La mancuerna corrupción-impunidad es una imagen nítida del devenir socio-político en el país. La impunidad recibe respaldos abiertos de leyes amañadas y grupos de poder, aliados en sus fines oportunistas, sin importarles ser ejes de la injusticia social.

Las alianzas entre grupos fuera de la ley y autoridades en ejercicio se han convertido en una red con proyección a otros países en muchos de los cuales – considerados paraísos fiscales – se silencia el origen de fortunas mal habidas obtenidas por delincuentes, y se aseguran fortunas surgidas del saqueo impune de arcas públicas.

La libertad, ahora, se entiende en el sentido de delinquir, y el razonamiento de quienes ahora incurren en actos indebidos es que, si en las cúpulas todo es válido, así también debe ocurrir en otros niveles.

Quizá ese ha sido el razonamiento –equivocado moralmente– de los llamados “huachicoleros” que saquean gasolinas de los ductos de PEMEX. En sus mentes estará que, si los funcionarios tienen libertad de saquear a la nación y drenar recursos públicos, ellos también, en lo mínimo y para vivir en el mismo contexto, sienten estar actuando tal como lo hacen “los de arriba”, de manera idéntica. Y no se sienten mal por ello, con aquello de que el petróleo es nuestro(?), y lo que está en México es de los mexicanos.

La moral de los de arriba permea a las capas inferiores de la población. Por ello, ver “delincuentes” en las clases humildes que incurren en delitos de este tipo, y considerar como “salvadores de la Patria” a los políticos corruptos que gozan de impunidad, también es discriminación abierta.

El México que anhelamos grandes mayorías de mexicanos es aquel en el que exista un bienestar legítimo, compartido, con justicia por igual para todos.

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