Hacia un mundo de responsabilidades

By on agosto 16, 2018

Perspectiva

Responsabilidades_1

«Mientras más vivimos más aprendemos, más sabemos…

Mientras más damos más amamos, más crecemos»

The More We Live – Let Go, Yes

Desde hace ya dos quincenas, el menor de mis hijos vive en un nuevo mundo: además de aplicar los conceptos de la carrera que estudia, ha adquirido la responsabilidad de llevar los registros contables de las cuentas de algunos Clientes del despacho contable para el cual trabaja, todo mientras balancea la carga académica que le ha sido asignada en este semestre. No deja de causarme orgullo que ya esté tan pronto haciendo sus pininos profesionales y, al mismo tiempo, generarme cierta ternura escucharlo quejarse de que “ya tan solo puede dormir siete horas.”

Por otro lado, mi primogénito acaba de recibir un reconocimiento a su desempeño en el lugar para el que trabaja desde hace algunos años; no solo no se lo esperaba, sino que además provino del personaje del que menos lo esperaba: un vicepresidente corporativo. Obvia decir que está feliz, y su padre y familia muy orgullosos.

El segundo de mis hijos, inmerso en una rutina de rotación de turnos que nos impide verlo con la regularidad que desearíamos, está dispuesto a emigrar a otra plaza dentro de nuestra República, dentro del corporativo en el cual se encuentra, todo en aras de crecer. Cuando me preguntó mi opinión sobre las plazas posibles, además de evaluar y sugerirle aquella con el aparente menor grado de inseguridad (que resultó Toluca, que no es precisamente un edén de tranquilidad), sonreí imaginándolo abriendo sus alas y volando hacia otro lugar, persiguiendo su mejoría profesional.

Finalmente, mi tercer hijo finalmente compartió conmigo sus calificaciones a lo largo de sus primeros cuatro semestres de carrera, en una negociación que nos costó a ambos, pues nos fue necesario encontrar un punto común en el cual él no se sintiera vigilado en extremo, y yo no fungiera como el desconfiado padre que a veces soy. ¿Qué tal se ven? Excelentes, totalmente opuestas a las que obtuvo en Preparatoria.

Todos asumimos responsabilidades en nuestras vidas, y el resultado de nuestras decisiones se refleja en las consecuencias que nos toca afrontar. Mis hijos lo van aprendiendo conforme crecen, como sucedió conmigo, y lo que presenté en los párrafos anteriores es una breve pincelada de lo que ellos y yo hemos aprendido juntos.

Sin temor a dudas, una de las principales satisfacciones de mi rol de padre es observarlos crecer y tomar decisiones, cada vez de mayor peso y trascendencia; es como si observara en el interior de sus mentes el engranaje y proceso decisional con el cual arriban a sus conclusiones y, por lo tanto, actúan. Al mismo tiempo, en ese proceso de observación adquiero una nueva responsabilidad: decidir si debo intervenir, o no, para ofrecerles mi opinión, nacida de la experiencia y de tantos tropiezos. Me toca sopesar la magnitud del impacto, el aprendizaje que encierra potencialmente cada consecuencia, y entonces actuar.

Afortunadamente, a juzgar por los resultados, sus madres y yo no lo hemos hecho tan mal, pues los cuatro son altamente responsables, comedidos, y presentan un mucho mejor juicio que el que yo poseía cuando tuve sus respectivas edades.

El camino que transitan se irá llenando de complejidad y, por supuesto, de mayores responsabilidades que ellos deberán, como todos nosotros, enfrentar y asumir. Esa es la naturaleza de la vida: crecer a través de la adquisición de nuevas responsabilidades, sociales, económicas, profesionales.

Desde esta perspectiva, el camino que transito, y las decisiones que he debido asumir en el trayecto, se reflejan en mi mayor orgullo y satisfacción: ellos.

No hay mejor recompensa que sentirnos contentos y felices cuando estamos juntos, disfrutar cada instante plenamente, sabiendo que es el Amor el que nos unirá siempre, allende este traje corpóreo.

No hay mejor recompensa como padre que la satisfacción que siento cuando ellos me permiten participar en sus vidas.

No hay mejor recompensa que observarlos crecer…

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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