¿Hacia Dónde Va México?

By on febrero 9, 2017

Editorial

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¿Hacia Dónde Va México?

Por la información surgida a partir de la conmemoración del centenario de la Constitución mexicana vigente, nos enteramos que las palabras en el texto original y sus 136 artículos se han triplicado de 1917 a la fecha.

El pensamiento y las decisiones originales de los diputados constituyentes han recibido variaciones y aportes de cinco y casi seis generaciones de nuevos ciudadanos, aportaciones que adicionan, modifican o incluyen nuevas visiones de lo que la Ley de Leyes debe contener, a juicio de los gestores de dichos cambios.

Eso es en parte entendible, porque la evolución social es indetenible, al igual que las regulaciones que rigen tales movimientos en nuestra sociedad, cada vez más compleja.

Pero también, al amparo de lo que la Carta Magna dispone, debe incluirse la prevalencia de uno de los poderes, el Ejecutivo, el que ha utilizado al Poder Legislativo Federal como mecanismo del Congreso Constituyente Permanente para proponer y hacer aceptables cambios sexenales que pudieron evitarse y que, en veces, rompen con la premisa histórica del sufragio efectivo y la no reelección que originaron el documento histórico aún vigente.

Al amparo de estos cambios, el Poder Ejecutivo ha logrado una señalada prevalencia sobre el Legislativo y el Judicial, distorsionando el equilibrio formal establecido como marco gubernamental en el documento de 1917.

Al hacer un examen ligero de la situación actual contra las épocas previas al acuerdo constitucional de 1917 nos permite concluir que, comparativamente, en años precedentes al actual, y aun ahora, hay mayor violencia que entonces; los asesinatos políticos han continuado presentes; la regresión a períodos previos a las expropiaciones es evidente; la presencia de potencias extranjeras en nuestros asuntos nacionales es una realidad, y los niveles de corrupción e impunidad se han multiplicado y van en ascenso.

Nuestro país, con estos niveles remarcables de retroceso social, retorna a una situación peor a la que en 1917 se intentó corregir y/o desaparecer.

Los signos preocupantes, entre los que se encuentran la pobreza extrema, la violencia creciente, la riqueza ostentosa, la alianza de la delincuencia con autoridades, entre otros, deben movernos a la búsqueda de correcciones constitucionales que reordenen la vida pública de México y sienten las bases de un futuro mejor a quienes habitamos este país.

Eso es algo que se espera de esta generación del cambio, en la que debe prevalecer como consigna la reconstrucción de la convivencia armónica, la afirmación y rescate de la justicia social, y establecer bases jurídicas que garanticen, ahora sí, el bienestar de todos los mexicanos en lo individual, al igual que en todos los grupos de la sociedad mexicana.

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