Elegía

By on noviembre 29, 2018

Germenes_1

XXVI

 

ELEGÍA

ESTE jardín en que el rosal abría

las urnas de sus flores,

–como mi poesía

sus estrofas de amores–

ya no tiene una flor, amada mía.

Discurro entre sus ruinas, indolente,

y miro sin asombro

la aguda zarza hiriente

como un hostil escombro

que erizara sus púas de repente.

Sobre el agrio peñón temblando brilla

el resplandor escaso

de la luz amarilla

de un espectral ocaso,

y un salmo dentro de mi alma se arrodilla.

Ni la lluvia del cielo generosa

ni los tibios fulgores

del alba luminosa,

negaron sus favores

al lirio muerto, a la marchita rosa.

Murieron en mi campo, amada mía,

¡ay! tal vez por lo mismo

que murió mi alegría…

Mentiroso espejismo

Fugaz que cautivó mi fantasía.

Huyeron como huyeron de mi lira

las frases deslumbrantes

del verso que suspira

en deliquios amantes…

¡del verso apasionado que delira!

Y no es que no te adore, ni me adores

hoy más intensamente

que ayer, cuando hubo flores…

Que aun ciño tu frente

con sartas de mis ósculos de amores.

Mas tornará otra vez la primavera

aquí donde hay despojos

y un crepúsculo impera…

Este campo de abrojos

ha de ser otra vez lo que antes era.

Florecerá otra vez mi poesía…

Te brindará en su copa

el néctar que tenía…

¡aún la lírica tropa

inquieta a la dormida fantasía!

Esta sombra, esta bruma, esta crudeza,

esta aridez helada,

no aumenten tu tristeza…

¡Aún la noche callada

tiene su melancólica belleza!

Vivamos de recuerdos… te lo imploro…

Era un canto muy bello

a tus dos trenzas de oro

y al mármol de tu cuello…

Y el tema suspiraba… “yo te adoro.”

Vivamos de recuerdos, vida mía…

El verbo, en explosiones

de pétalos, abría

su palio de canciones…

¡El jardín, cómo entonces, florecía!…

José Inés Novelo

Continuará la próxima semana…

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