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El verdadero significado de inclusión
Tener una educación inclusiva es parte de la defensa de igualdad de oportunidades para todos los niño/as. Tener un acceso adecuado para estudiar es un derecho infantil que debe ser diseñado para contemplar todas las necesidades individuales y preparar a los alumnos al desarrollo de valores y tolerancia.
Inclusión significa posibilitar a todos los estudiantes a participar de lleno en la vida y el trabajo dentro de las comunidades, sin importar sus necesidades. Es el proceso de mayor participación de los estudiantes en el colegio y la reducción de la exclusión de las culturas, el currículo y la comunidad de los colegios locales.
La inclusión se ve más como un enfoque de la educación que como un conjunto de técnicas educativas.
Dyson destaca que la inclusión simplemente denota una serie de amplios principios de justicia social, equidad educativa y respuesta escolar.
La educación inclusiva significa que todos los niño/as y jóvenes, con y sin discapacidad o dificultades, aprenden juntos en las diversas instituciones educativas regulares (preescolar, colegio/escuela, post secundaria y universidades) con un área de soporte apropiada.
Más que el tipo de institución educativa a la que asisten los niño/as, tiene que ver con la calidad de la experiencia; con la forma de apoyar su aprendizaje, sus logros y su participación total en la vida de la institución.
Que un aula cuente con las instalaciones adecuadas para personas con diferentes capacidades y que los instructores tengan una capacitación adecuada es imprescindible para que una inclusión de calidad sea alcanzada. Un aspecto que ocupa un primer plano y que hace que exista una sensación de unión es lograr un sano ambiente escolar o clima escolar.
Hay ambientes escolares que permiten al estudiante sentirse acompañado, seguro, querido, tranquilo y posibilitan un desarrollo socio-afectivo positivo; por lo tanto, son generadores de autoestima lo que predispone favorablemente al aprendizaje; es lo que llamaríamos un ambiente escolar positivo.
Contrariamente, hay climas escolares negativos, que producen estrés, irritación, desgano, depresión, falta de interés, agotamiento físico y mental, y por tanto son generadores de baja autoestima en los alumnos, lo que los predispone negativamente al aprendizaje. Si bien no va a ser tratado en este artículo, sí es preciso indicar que los ambientes negativos también generan los mismos sentimientos en maestros y maestras, quienes se sienten agobiados al sentir que no cumplen como ellos quisieran con la tarea de enseñar a sus alumnos.
Vamos a tomar como referencia a Neva Milicic y a Ana María Arón (1999) y a PROMEBAZ (2008), para plantear las dimensiones que componen el clima escolar:
- Ambiente físico es el estado físico del local, la lógica con que están organizados los espacios en el centro y la estética que muestra.
- Las relaciones entre los estudiantes – se refiere al tipo de vínculos que tienen los estudiantes entre sí: se sienten en confianza, respetados y valorados, o cohibidos, rechazados, amenazados.
- Las interacciones en las experiencias de aprendizajes que tienen que ver con el desarrollo del currículo y que pueden ser de cooperación o de competencia frente al aprendizaje, los estudiantes cooperan o dificultan el trabajo los unos a los otros, se apoyan o se muestran intolerantes los unos a los otros.
- La interacción maestro(a)-estudiante dentro y fuera de las clase y que puede manifestarse de cercanía y confianza o distante y de desconfianza, miedo; de valoración al maestro-a o de desvaloración y ridiculización del maestro.
- La forma en que los estudiantes responden a las reglas y normas de convivencia – es revelador del clima en el aula el acatamiento de las reglas, si se da de forma participativa o impuesta, si es motivo permanente de conflicto, o si estando claras los alumnos les encuentran significado y están más dispuestos a respetarlas.
- La sensibilidad del personal docente para dar apoyo emocional oportuno a los estudiantes que por alguna razón se sienten vulnerables dentro del ambiente escolar; esto tiene que ver con una actitud de empatía.
Estas dimensiones pueden percibirse conjuntamente en la vida cotidiana de un centro educativo y del aula, y es importante ser conscientes de ellas para decidirnos a construir un clima positivo para que los estudiantes puedan disfrutar de estar juntos en las experiencias recreativas, en las experiencias de aprendizaje y en la interacción con el maestro(a), es decir para que los estudiantes y nosotros como maestros podamos tener bienestar emocional dentro de la escuela.
Bienestar Emocional en los Estudiantes
El bienestar de los estudiantes indica cómo les va social y emocionalmente, se refiere “al estado de la vida interior del niño o niña, a su estado sentimental o emocional” (PROMEBAZ I, 2008 pág. 43), se trata de un estado básico que, en situaciones normales, no cambia de un momento a otro; es el resultado de su experiencia en las diferentes situaciones de su vida y las diferentes relaciones que tiene, con sus padres, maestros, compañeros, vecinos, otros. Si entendemos el bienestar como un estado básico tenemos que diferenciarlo de sentimientos momentáneos como estar tristes, estar alegres, estar enojados. Los estudiantes muestran que se sienten bien o no en su actuar, en su actitud, en su forma de relacionarse con el entorno, en sus palabras y sus gestos.
El bienestar, como estado básico de los estudiantes, es el resultado de las experiencias positivas o negativas que diariamente viven tanto en sus relaciones con la familia (padres, hermanos, otros) como en sus relaciones en la escuela (maestros, directivos, compañeros, otros). Este bienestar produce efectos significativos en el desarrollo socio-afectivo, es una condición básica para el aprendizaje y desarrollo cognitivo, y es un requisito para que los estudiantes se desarrollen bien como personas.
La definición y descripción de bienestar que nos da PROMEBAZ es que es “un estado especial en la vida interior que se reconoce por señales de satisfacción, de disfrute, de diversión” (pág. 49), que presenta unas señales en que la persona:
- Está relajada y muestra tranquilidad interna
- Siente una corriente de energía e irradia vitalidad
- Adopta una actitud abierta y sensible hacia su entorno
- Manifiesta espontaneidad y tiene confianza de ser él mismo
Para que se dé el bienestar hay unas condiciones:
- La situación satisface las necesidades básicas
- Él/ella tiene una autoestima positiva
- Tiene buen contacto con él/ella mismo/a
- Está vinculado con los otros
- La persona se desarrolla social y emocionalmente en forma satisfactoria con su entorno. Los estudiantes necesitan sentirse a gusto para poder comprometerse con las actividades de aprendizaje.
Lograr un buen clima y buenas relaciones en el aula influye decisivamente en lo que queremos conseguir con nuestro trabajo educativo pues, paralelamente al desarrollo de destrezas y conocimientos académicos, es importante y necesario aportar al mejoramiento del bienestar de los estudiantes. Los maestros(as) sensibles o empáticos con las necesidades y emociones de sus alumnos favorecen la formación de estudiantes sanos emocionalmente, seguros y capaces de desarrollar sus propias potencialidades en relaciones de igualdad con su entorno. En cambio, la falta de respuesta y despreocupación por parte de la maestra(o) no aportan condiciones de desarrollo emocional en los estudiantes, los dejan expuestos a riesgos, y con dificultades de desarrollar mecanismos de defensa; estos estudiantes pueden convertirse más tarde en adultos con baja autoestima, despreocupados consigo mismos.
«Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio.»
Mahatma Gandhi
Facebook: Psicóloga Jimena Báez
Psicología Clínica/Arteterapia
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