El socavón, una ¿nueva? tragedia sexenal

By on julio 20, 2017

Perspectiva

Foto del Diario de Morelos.

Foto del Diario de Morelos.

El socavón, una ¿nueva? tragedia sexenal

Ambos iban a trabajar, padre e hijo, conversando durante el trayecto, disfrutando cada uno de la presencia del otro, temprano por la mañana, haciendo planes. Habían elegido la nueva carretera a su destino precisamente por eso: por ser nueva, porque tan solo habían transcurrido unas cuantas semanas de su inauguración y, por lo tanto, podrían llegar a su lugar de trabajo, desempeñarlo, y retornar lo más pronto posible con sus seres queridos. ¡Qué gran beneficio resultaba esta nueva vía exprés a Cuernavaca!

Nueve horas después, ambos fueron rescatados sin vida del interior del socavón que se abrió mientras circulaban por la vía. Posteriormente sabríamos que pidieron ayuda ellos mismos a través de sus teléfonos celulares, y que la vida se les fue escapando segundo a segundo, mientras ellos se encontraban impotentes y seguramente aterrados, durante las siguientes dos horas, las últimas de sus vidas.

Quiero pensar que, como último gesto y consuelo, padre e hijo se tomaron de las manos, se despidieron de sus familiares, se encomendaron a Dios, y entonces exhalaron su último suspiro. Esta imagen, como padre que soy de cuatro hombres por los que daría la vida, hace que se me nublen los ojos y me conduela del infortunio que se vivió en ese socavón. Al mismo tiempo, esa misma imagen hace que me hierva la sangre y me llene de indignación por lo que hemos sabido acerca de la multicitada vía, y la actuación de los políticos.

Desde los primeros minutos comenzaron las mentiras de siempre, por los personajes de siempre, creyendo que también en esta ocasión se saldrían con la suya. Olvidaron que estamos hartos de que nos mientan, de que nos pretendan ver la cara. Como respuesta a sus mentiras, comenzó a desmadejarse, a revelarse, un ejemplo más de la corrupción y fango en que nos ha sumergido la clase política, a partir de la información que se ha obtenido sobre la construcción de esta carretera a Cuernavaca.

¿Cómo es posible que en una carretera con una longitud de tan solo14.5 km se hayan gastado más de 2,200 millones de pesos, o sea, más de 150 millones de pesos por cada kilómetro; que se haya autorizado sin chistar que se gastaran más de mil millones de pesos sobre el costo inicialmente proyectado; que el representante y responsable de vigilar la obra por parte de las autoridades fuera un ex director de una institución que ofrece cursos de inglés y, por lo tanto, su experiencia en obras de este tipo fuera nula; que la empresa constructora haya ganado el concurso de licitación a pesar de que el dueño había sido inhabilitado por su mal desempeño en obras anteriores, pero con otra razón social; que no se haya prestado atención a los numerosos avisos de que el drenaje estaba en malas condiciones y que fallaría, avisos que provenían de aquellos que han vivido en esa zona y saben cómo es la naturaleza?

La respuesta a cada una de estas interrogantes describe de cuerpo entero el fenómeno de la política como se ha manejado en nuestro país desde hace más de un siglo: gente sin preparación a cargo de obras de las cuales no saben nada; administradores designados como tales por políticos que tienen clarísima la idea de robar y repartir, aunque no tengan la menor idea de cómo administrar ni de cómo elegir personas adecuadas para las labores; empresarios poco éticos pero comprometidos con hacer chanchullo con esos mismos políticos; políticos que inauguran obras de oropel y que pretenden perpetuarse en el poder para seguir haciendo más de lo mismo y, así, ad nauseam

Pero tal vez lo más indignante en todo esto es la ausencia total de sensibilidad de todos los involucrados, y principalmente la de dos personajes: la del secretario del ramo, que “generosamente” ofreció a nombre de las constructoras encargadas de la vía un millón de pesos por cada uno de los fallecidos, en reparación al “mal rato” que pasaron sus deudos, y la de su jefe, el presidente de México, que sigue sin darse cuenta de que estamos hasta la madre de ineptos y de advenedizos manejando nuestro dinero, todos ellos ladrones consumados, y que no ha movido un dedo para remover y castigar de alguna manera a su “empático” secretario.

Desde esta perspectiva, imaginemos lo que vivieron esos dos infortunados hombres en el interior de ese socavón, y entonces preguntémonos si estamos dispuestos a seguir viviendo bajo la mal llamada gestión de gente perversa que simplemente no sabe que no sabe.

¿Queremos que vengan otros que nacieron y viven en esa podredumbre – sean iluminados con deditos que redimen, dinosaurios azules, tricolores, verdes, turquesas, amarillos, etc. –, que buscan la manera de que sigamos hundidos en ella?

¿O en realidad estamos dispuestos a hacer que cambien las cosas y elijamos entonces a alguien que nos demuestre, respaldado por su trayectoria, que está dispuesto a verdaderamente “administrar” nuestros bienes para brindarnos la prosperidad y tranquilidad que nos merecemos?

Mientras eso sucede, me duele el corazón cada vez que pienso en esos hombres en ese socavón, y me indigna y asquea lo que existe en el trasfondo.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

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