El Humorismo en Yucatán

By on junio 28, 2018

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PRÓLOGO

Nuestro humorismo –cuyas particularidades étnicas lo vuelven verdaderamente singular– es acaso, junto con nuestras canciones y nuestra gastronomía, lo que generalmente trasciende las fronteras peninsulares. (1) Las ingeniosas bombas, el eficaz cultivo, la vasta ironía de los yucatecos, los agudos epigramas emergidos del repentismo, las tandas del teatro Herrera, son asuntos que disfrutan, íntegramente los incontables visitantes de nuestro Estado. (2)

El presente libro agrupa y explica a infinitos humoristas de Yucatán. Quizá estamos ante el estudio más acabado que se haya emprendido acerca del humorismo peninsular. Estimo, sin embargo, que su autor, el Lic. Conrado Menéndez Díaz, no se propuso agotar el tema sino más bien redactar una semblanza del humorismo yucateco a partir de la época colonial.

Menéndez Díaz –ensayista elocuente, traductor, crítico de libros, docto periodista– conoce profundamente el tema. Humorista él mismo (dotado de un sabroso sarcasmo que aflora con vivacidad en cada uno de sus trabajos), ha conocido y tratado a incontables escritores festivos. Por años recopiló con considerable paciencia cientos de agudas muestras de nuestra producción jocosa, hoy acopiadas en este libro. Por sus páginas desfilan casi todos los humoristas yucatecos, comenzando con el padre Caldera, ese remoto cura de la villa de Hunucmá que redactó con regocijada ironía en la pared del corredor de su casa los famosos versos inaugurales del humorismo yucateco. Caldera juega a las palabras con renovada astucia, y las acomoda de tal suerte que éstos nos resultan admirables atestados de ingenio.

La relación que de los humoristas del siglo XIX nos confía Menéndez Díaz es virtualmente completa. A veces nos asombra descubrir en ese largo inventario a nombres insignes como Eligio Ancona y Delio Moreno Cantón. Más rico es todavía el catálogo de humoristas de nuestro siglo. No los mencionaré a todos, pero sí me detengo para nombrar a los hermanos Río Ceballos, al ilustre Pichorra, a Manuel Roche, a ese eminente pícaro que es el Vate Correa, a Rejón Tejera, al Chato Duarte, y a Conrado Roche y Jorge Peniche, entre los contemporáneos. Diversas muestras de la producción de esos inspirados humoristas colman las páginas de este pequeño gran libro de Menéndez Díaz que disfrutarán plenamente quienes lo lean. Han sido adicionadas al final varias notas que sólo pretenden actualizar ciertas cronologías (este trabajo fue escrito originalmente en 1969).

Roldán Peniche Barrera

(1) Paso por alto, desde luego, la importuna y reiterada cuestión del separatismo yucateco, irresponsablemente exagerada por quienes abominan lo yucateco.

(2) Un ex presidente de la República demandaba que durante sus fiestas le fueran recitados versos de la Musa erótica de Pichorra. Requirió más tarde para su biblioteca un ejemplar de ese clásico de la literatura sicalíptica (sospecho que nada impidió que se cumplieran sus deseos).

 

Continuará la próxima semana…

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