Dejarlos Volar

By on septiembre 8, 2016

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Dejarlos Volar

Tenía cinco años cuando nos mudamos a nuestra nueva casa. Las calles eran empedradas y con mucha hierba. En tiempo de lluvia, una gran variedad de flores silvestres y mariposas de todos los colores, tamaños y formas hacían volar mi imaginación; mariposas con reinos de flores. Las bolsas del mandado funcionaban como nuestras redes, y cazábamos algunas para poder mirarlas muy de cerca.

Al liberarlas, nuestros dedos se impregnaban del color del polvillo de sus alas. Me fascinaban, como hasta ahora. Recuerdo unas de alas transparentes, transparentes como de cristal. Jamás las he vuelto a ver, o quizá sea mi mente infantil que me hizo crear todos esos universos.

Pasábamos horas jugando bajo la sombra de los árboles, meciéndonos en el columpio que colgaba del árbol de jabín, o escalando los de mango y de ciruela. Corríamos por el fresco césped sin molestar a mamá; construíamos casas con las ramas de los árboles recién podados.

Eran vacaciones como justo ahora, a punto de cerrar un ciclo escolar más.

Los niños ya no se distraen con las cosas simples, no lo hacen más. Caminan absortos y aburridos por la casa; no pueden inventar un juego que no tenga que ver con lo electrónico.

Los niños ya no salen a las calles, no porque ellos tengan miedo. El miedo lo tenemos nosotros, los adultos que no queremos apartarlos de nuestra vista. Pero tampoco hacemos el mínimo esfuerzo por jugar con ellos.

Es más cómodo tenerlos aquí a nuestro lado, más cómodo y más seguro. No hay riego de que sufran, no se fracturarán una pierna ni se romperán la cabeza, ni pelearán con nadie y tampoco convivirán.

Así los recluimos en un abismo de soledad y de poca aceptación hacia los demás, creando seres solitarios con muy poca o nula tolerancia al sufrimiento.

Estamos en otro tiempo. Las calles son muy traficadas, las casas muy pequeñas y con poco espacio para correr.

Pero creo que aún podemos rescatar algo: la convivencia con nuestros niños.

¡Vayamos a los parques!

Texto y Foto: Daniela Eugenia

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