De la Cuna al Paredón (XIX)

By on julio 13, 2018

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XIX

EL MÁRTIR

(Continúa…)

Serían las ocho de la mañana cuando los cuerpos del Apóstol Felipe Carrillo Puerto y demás compañeros fueron recogidos por los sepultureros quienes, no teniendo camillas ni carretillas, los fueron arrastrando para llevar al depósito de cadáveres, donde fueron colocados sobre mesas, tablas y puertas descolgadas, permaneciendo allí todo el día, ante la expectación de millares de personas que luego fueron a la necrópolis a cerciorarse de los hechos.

A las cuatro o cinco de la tarde fueron sacadas de dicho lugar todas las víctimas quienes, colocadas ya en sus cajas respectivas, fueron conducidas a sus fosas en las que hasta hoy permanecen, salvo los despojos de Felipe Carrillo, de sus tres hermanos y el del Lic. Manuel Berzunza que, en el segundo aniversario de su trágica muerte, fueron exhumados y trasladados a la rotonda socialista construida en el mismo Cementerio exprofeso por el Gobierno del Estado, y en donde cada año, el día tres de enero, todo el pueblo trabajador de Yucatán, en imponente manifestación, acude a ofrendar millares y millares de flores, como justo homenaje a su recuerdo…

La infausta noticia cundió por el mundo proletario con la velocidad del rayo en pocos minutos. El jefe de la Revolución Mexicana, Gral. Plutarco Elías Calles, se dirigió entonces a la C.R.O.M. en los siguientes términos que sintetizan la impresión y el dolor que causara en los corazones idealistas el sacrificio de Carrillo Puerto: “Noticias fidedignas tengo de que Felipe Carrillo Puerto y compañeros presos por federales, de acuerdo con reaccionarios que traicionaron al Supremo Gobierno, han sido asesinados abominablemente por el traidor Ricárdez Broca, vil instrumento del Capital. La muerte de Carrillo Puerto cubre de luto toda la República Mexicana, a las clases humildes y trabajadoras de las que siempre fue valiente defensor toda su vida y en toda clase de circunstancias.”

El General Obregón, entonces digno Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en otro telegrama decía: “El asesinato de Felipe Carrillo Puerto lleva el dolor a los hogares del proletariado; y muchos millones de seres humanos, al recoger la noticia, sentirán rodar por sus mejillas lágrimas sinceras de dolor. Don Adolfo de la Huerta se dará cuenta de la magnitud de su crimen cuando recoja las protestas viriles del proletariado universal. La sangre generosa de Felipe Carrillo Puerto y compañeros es el testimonio de la apostasía de don Adolfo de la Huerta”.

Prof. Edmundo Bolio O.

Continuará la próxima semana…

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