De la Cuna al Paredón (IX)

By on mayo 3, 2018

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IX

UN PASAJE DE AMOR Y SOCIALISMO

Desgraciadamente, muy poco tiempo pudo escuchar la sociedad motuleña a su mimado flautista pues, como joven de veinte años ya iba echando sus pinillos amorosos, y eso le quitaba tiempo para seguir con el entusiasmo de antes en sus estudios musicales.

Con motivo de sus aventuras amorosas con aquella niña Elvira de que hablamos en el capítulo anterior, adquirió cierto cartel de enamorado entre las señoritas más distinguidas de Motul quienes, por sus cualidades especiales, siempre le demostraron cierta simpatía.

Por esos días empezó a contarse en Motul entre los corrillos juveniles que Felipe ya tenía relaciones amorosas con una señorita –vecina de su casa– de nombre Mercedes Pachón. Pero dicha pretendida era mucho mayor que él, por cuya razón, sus padres, al darse cuenta de estos amores y la diferencia de edad de ambos, le llamaron a capítulo y le aconsejaron que no siguiera con aquellos cortejos amorosos, porque no era nada razonable que siguiera cultivándose aquellas relaciones amorosas por ser él demasiado joven y pudiera más tarde haber una incompatibilidad de caracteres.

Felipe, que siempre procuró en todo complacer abiertamente a sus padres, meditando sobre las palabras que éstos le habían pronunciado sobre el particular, decididamente les ofreció que terminaría con aquellos amores, pero no fue así.

La señorita Pachón, con la idea de corresponder a las súplicas de los padres de Felipe, fue enviada por sus progenitores a su pueblo natal, Tekit, del departamento de Ticul, cosa que no hizo desistir a ambos de dichos amores pues Felipe, haciendo verdaderos sacrificios por la distancia que existe entre Motul y Tekit, constantemente iba a ver a su novia. Ocasiones hubo en que viajó día y noche para tener la satisfacción de conversar un momento con ella, aunque fuera breves momentos. Es posible que, debido a estas circunstancias y al hecho de haber sido descubierto por sus padres sus frecuentes viajes, éstos poco a poco se fueron haciendo más tardíos hasta que determinó ponerle una carta a su novia, manifestándole que, con pena, para no perjudicarla y por haber sido descubierto por sus padres, se veía en la imposibilidad de seguir visitándola.

Todos estos hechos contribuyeron para que Felipe ya no se ocupara de la música que le encantaba tanto, y se dedicó en la soledad de su humilde cuarto a leer libros sobre asuntos sociales que por diversos conductos caían en sus manos: libros de Carlos Marx, Kropotkine, Phroudhón, y otros muchos, cuyas ideas, teorías y doctrinas le habían sugestionado tanto que toda su atención se la embargaban dichas lecturas, al grado de que con cuantos amigos trataba no tenía otra conversación que el relato de las páginas de dichos volúmenes que asimilaba de manera tan efectiva.

Prof. Edmundo Bolio O.

Continuará la próxima semana…

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