Cuatro Sexenios Perdidos

By on septiembre 6, 2018

Editorial

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Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto agotaron la paciencia del pueblo mexicano hasta límites intolerables. A estos períodos habría que anexar uno más, el más antiguo, cuando el asesinato de Luis Donaldo Colosio obligó al sistema político a improvisar con premura un nuevo candidato, en este caso incoloro e insípido como lo fue Ernesto Zedillo, que no registró acciones relevantes y, una vez concluida su faena presidencial, salió al extranjero, digamos los Estados Unidos, y ahí permanece silencioso, sin presencia notable ni interés alguno por intervenir en la solución de la problemática de México.

Treinta largos años han transcurrido en los que el partido oficial, solo o mediante concertacesiones manejó pasarelas de candidatos y decidió en favor de quien, al aceptar la nominación, accedía a la nueva clase política de los potentados para los que se abrían de par en par las puertas de las bóvedas partidistas y muchas otras más, engrosando el número de privilegiados, algunos de ellos acusados una y otra vez de corrupción, negocios turbios y acciones censurables. De ellos, doce años fueron de candidatos panistas y nada pasó.

Todo continuó igual hasta el primero de julio de 2018, cuando treinta y tres millones de votos sepultaron, en una misma acción electoral, ese pasado triste frustrante, inaceptable por los ciudadanos mexicanos.

En esta ocasión no bastaron las promesas de “ahora sí”, ni la entrega de millones en apoyos a la masa de ciudadanos insatisfechos que ya no creyeron más, ni aceptaron despensas o pago por sus votos y dijeron con su voto un histórico “HASTA AQUÍ”.

Ha recomenzado la historia de un México urgido de atención, de transformaciones, de justicia social.

Veinticuatro años perdidos, cuatro presidencias frustrantes.

Por ello, aunque la parafernalia oficial y el informe reciente del Ejecutivo cuyo período expira nos hablaron de que hubo grandes avances, que sus reformas estructurales se hicieron en nuestro beneficio y que, ahora sí, se pusieron los firmes cimientos del México anhelado, los ciudadanos miraron a su alrededor y solo visualizaron a millones de compatriotas en la miseria, la inseguridad, la carencia de oportunidades y una gran frustración acumulada por los pésimos servicios públicos llámense de transporte, salud, escuelas, alimentación, etc., acumulados a empleos con sueldos deteriorados y míseros.

Por veinticuatro años a México lo cubrió el abandono, adornado con las frases coreadas por aplaudidores beneficiarios de un sistema corrupto que, aun ahora, intenta justificar lo hecho “porque se estaban sembrando las bases de un país exitoso”, aparentemente visible solo para los acompañantes del emperador del cuento, cuando todos los súbditos lo miraban desnudo, que era como realmente andaba.

Es en este fin de año, el vigésimo cuarto del abandono heredado, que se van levantando, no sin objeciones insulsas, los primeros cimientos firmes que largamente ha esperado el pueblo de México.

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